domingo, 4 de diciembre de 2011

Somos únicos...


   ¿Por qué valorar lo que hemos sido y somos, nuestro camino, cada cosa vivida? ¿Por qué enamorarnos locamente de nosotros mismos, desde la punta del pelo hasta la uña pequeña de nuestro dedo más pequeño? Pienso en una razón cuya simpleza me abruma: somos únicos, únicos en nuestra belleza, en nuestros dones y en el modo en que sonreimos, soñamos, amamos. Somos piezas únicas e insustituibles de un todo magnífico que nos necesita. Cada uno trae consigo una misión que nadie más puede desarrollar. Aportarán su grano de arena, pero no como nosotros. Ni mejor ni peor, solo de un modo diferente. La luz que estamos destinados a emanar, allí donde nos toque estar, nadie, nadie podrá irradiarla como nosotros.
    Redescubrir esto me hace mirarme con nuevos ojos. Es como quitar viejas telarañas y que la claridad retorne al paisaje que mi mirada dibuja. Pienso en que no digo nada nuevo, otros lo han dicho ya. Pienso en que muchas veces callé porque sentí que mis palabras no agregarían nada especial al universo. Y sin embargo, hoy, siento que escribir me hace feliz y ya no importa si otros dijeron, dicen o dirán lo que digo, mejor o peor que yo. Hoy siento que importa más darme cuenta de que nadie lo dirá como yo, ni en el mismo momento, ni le llegarán mis palabras a los mismos seres. Porque soy única y el universo necesita de mí, de mi luz, como de cada una de las luces que conforman esta fuente inagotable de infinito amor. ♥
   

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